sábado, 19 de diciembre de 2009

EL ANÁHUAC esencia y raíz de México 1/3



Los mexicanos necesitamos conocer la historia antigua de nuestra civilización. Requerimos profundizar en los cimientos más profundos y en la raíz milenaria de nuestra esencia. No podemos seguir negando y desconociendo la herencia más importante de ser hijos de los hijos de una de las civilizaciones más antiguas del mundo. No debemos seguir manteniendo, como única y verdadera, la historia de los vencedores.


Tenemos que salir del “laberinto de la desolación” de ser “extranjeros incultos en nuestra propia tierra”. Tenemos que abandonar la posición de auto desprecio e ignorancia de los más propio y más esencial a nuestro “ser”. Porque como persona, como familia y como nación…somos lo que recordamos. Ha llegado el momento de recuperar, por nosotros mismos, nuestro pasado para construir por primera vez en estos cinco siglos de ocupación colonial, un futuro propio-nuestro. Futuro sustentado en la justicia y la igualdad, guiados por el profundo amor por nuestra Matria.


La historia del desarrollo humano en el Cem Anáhuac es aproximadamente de ocho mil años. Los primeros siete milenios y medio, fueron de carácter endógeno en el que no intervino ningún otro pueblo del mundo. Todo cuanto se creó e inventó en el Cem Anáhuac fue por ingenio, talento y obra de los propios anahuacas.


Este largo periodo de tiempo es dividido por los especialistas en tres partes: Preclásico o periodo formativo, periodo Clásico o del esplendor, y finalmente, periodo Postclásico o decadente.


A pesar de ser un periodo de tiempo tan grande, en el Cem Anáhuac ha existido una sola civilización, por múltiples y diferentes culturas que la integran y representan en tiempo y en el espacio. Cada cultura tuvo su propio carácter y lenguaje estético, pero todas estaban unidas por una misma “matriz-filosófica-cultural”, desde los olmecas hasta los mexicas.


PERIDO PRECLÁSICO




El Preclásico se sitúa aproximadamente del año seis mil a.C. al año 200 a.C. La cultura que lo representa es la cultura olmeca que encuentra su principal centro generador entre los estados de Veracruz y Tabasco en las costas del Golfo de México, pero que estará presente en el periodo de inicio o formación de todas las culturas posteriores. Esta es la razón por la cual en casi todas las culturas se habla de un periodo “pre-olmeca”.


Aunque los olmecas “aparecen” alrededor del año 1500 a.C. con sus impresionantes obras de arte en piedra, entre ellas, las más conocidas son las llamadas “cabezas olmecas” encontradas en las llanuras costeras del Golfo de México, los olmecas representarán este largo periodo “formativo”, en la que de una cultura incipiente (nómadas-recolectores-cazadores) se logra construir los formidables cimientos de la civilización del Anáhuac, proceso en el que se invirtieron aproximadamente cuatro milenios y medio.


El periodo Clásico abarca del año 200 a.C. aproximadamente al año 850 d.C. La cultura que lo representa es la llamada tolteca y su centro irradiador fue Teotihuacán en el Estado de México. En este periodo se alcanzó el más elevado desarrollo cultural. Los grandes logros permitieron alcanzar extraordinarias creaciones sociales, espirituales y estéticas.


El Postclásico comprende del año 850 aproximadamente a 1521 d.C. La cultura que lo representa es la cultura mexica que fue el último pueblo en emigrar del Norte y funda la ciudad de México-Tenochtitlán en el año de 1325, donde generará un proyecto imperial a partir del Valle de México hacia las costas del Golfo de México.

El periodo Preclásico es muy largo. Casi seis mil años de desarrollo humano que sentará las bases materiales y espirituales de la civilización del Anáhuac. En efecto, a principios del sexto milenio a.C. los pueblos nómadas, cazadores, recolectores iniciarán la agricultura, inventarán el maíz y comenzará una “revolución del conocimiento” que sacará al ser humano de un estado pasivo-primitivo, para convertirlo en un promotor activo del bienestar social y del desarrollo espiritual.


Los Viejos Abuelos desarrollarán el maíz, el nopal comestible, el amaranto, el chocolate, la vainilla, el tomate, el aguacate, el chile, la chía y la maravillosa milpa, que al sembrar en un reducido espacio de tierra de 20 por 40 metros, un solo hombre, trabajando intensivamente cuatro meses al año y sembrando: maíz, calabaza, fríjol y chile, tiene la base alimentaria para darle de comer a su familia a lo largo de un año. Lo que le permite tener tiempo y energía para observar, investigar, analizar y crear, para transformar el mundo que le rodea y darle significado a su vida individual y colectiva.


Los avances en el terreno de “la ciencia aplicada” logrados por la civilización del Anáhuac son de gran importancia para la humanidad. En el campo de la ingeniería hidráulica; por ejemplo, desde el sistema de riego, pasando por represas, canales, hasta llegar a la chinampa, que es el método más efectivo de producción agrícola intensiva durante todo el año. En ingeniería biogenética “inventado” el maíz al modificar genéticamente el teozintle y transformarlo en una planta totalmente diferente como es el maíz. De la misma forma transformado genéticamente el nopal silvestre para hacerlo comestible. En arquitectura e ingeniería, fue la civilización que construyó más pirámides en el mundo antiguo. Logrando sistematizar el conocimiento exhaustivo de la fauna y flora a través del significativo desarrollo de la zootecnia y botánica. Obtuvieron asombrosos avances en la medicina humana hasta llegar a la neurocirugía. En el campo de “las ciencias exactas” lograron descubrir y usar el cero matemático antes que cualquier civilización y usaron un ábaco llamado Nepohualtzintzin. En el terreno de la astronomía sus conocimientos les permitieron llegar a conocer a la perfección la cuenta prefecta del tiempo y la mecánica celeste, como ningún otro pueblo del mundo.



En el terreno de “las ciencias sociales” la civilización del Anáhuac llegó a desarrollar verdaderos portentos de sabiduría, que le dieron a los anahuacas bienestar y armonía durante milenios. Crearon un sistema muy complejo y profundo de ideas que explicaba cabalmente la razón de la vida, muy parecido al de la China y al de la India, civilizaciones contemporáneas. En efecto, La Toltecáyotl entendida como “la filosofía tolteca”, conjunta armoniosamente la ancestral sabiduría tolteca que se puede entender como: “el arte de vivir en armonía”. Los toltecas crearon “el camino del guerrero de la muerte florecida”, lo que implica una vida de impecabilidad, responsabilidad y equilibrio entre el mundo material y el espiritual, entre lo racional y lo intuitivo, entre lo concreto y lo abstracto, entre lo mundano y lo divino, entre la luz y la oscuridad, al que llamaron “Batalla Florida”.


Construyeron a lo largo de milenios de experiencia comunitaria, una forma equilibrada y justa de vivir en comunidad. Fundamentada en el valor de la familia, la comunidad y el trabajo colectivo, sobre el interés personal o de grupo. Desarrollaron a profundidad “el arte del servicio a la comunidad”, conocido actualmente como “servicio de cargos” y el trabajo para el bien comunitario llamado “tequio”. Crearon y perfeccionaron instituciones de organización, dirección y control social que se aplicaban en el permanente esfuerzo de elevar el nivel y la calidad de vida con justicia y honradez.


Como ninguna civilización antigua de la humanidad, los anahuacas a través de milenios, crearon el primer sistema de educación, obligatorio, público y gratuito de la humanidad y lo aplicaron permanentemente a lo largo de tres mil años, formando sucesivas generaciones de ciudadanos educados e instruidos en valores y conocimientos de carácter moral, ético, científico y artístico. Dotando a los niños y jóvenes de “un rostro propio y un corazón verdadero”. Los anahuacas sustentaron su sociedad en la educación, por ello podemos afirmar con orgullo que fueron las primeras sociedades totalmente escolarizadas, sin importar el rango social o el poder familiar.


El campo de la religión fue otro de los grandes pilares de la civilización del Anáhuac donde se alentó el sentido místico, sagrado y espiritual de la vida. Se puede afirmar que los pueblos anahuacas fueron eminentemente espirituales y todo lo que ellos hacían tenía un matiz religioso y ritual.


La religión fue uno de los logros más importantes de la Toltecáyotl, dado que unió en una exuberante pluralidad cultural, étnica y lingüística a todos los pueblos que habitaron a lo largo de miles de años, desde el Norte de lo que hoy es Estados Unidos hasta Nicaragua.


En efecto, existió a partir de la Toltecáyotl una “matriz filosófica-religiosa” que fue compartida por todos, y al mismo tiempo, transformada por cada uno de ellos de acuerdo a su propia cultura, sentido estético y lengua.


Todos concebían a una sola divinidad suprema abstracta y muy superior al alcance humano. En la religión anahuaca no existieron “dioses” menores, fue una religión totalmente monoteísta. Sin embargo, esta divinidad suprema múltiples advocaciones que occidente ha confundido maliciosamente con “dioses”. Además que para la concepción filosófica y religiosa del Anáhuac, la Tierra era un ser vivo con plena conciencia, y así, todo lo que en ella existe posee vida: las montañas, cuerpos de agua, árboles, animales y vegetales, poseían un ánima que los europeos confundieron con deidades.


Pero fundamentalmente, para la civilización del Anáhuac, el mundo era un conglomerado dual de cargas energéticas donde existían básicamente dos clases de energía. La luminosa y la espiritual (Materia y Espíritu).


Por ejemplo: La representación de la energía luminosa, es decir, los átomos y moléculas; todas las culturas la representaron simbólicamente con el agua. Y todas las representaciones, iconográficamente, compartían unas anteojeras y una lengua de serpiente. Unas culturas le llamaron Tláloc, otras, Chac, Cosijo o Tajín, pero todas se referían a la divinidad suprema, en la advocación de “la energía luminosa”.



De la misma manera, la divinidad suprema, única, impalpable e innombrable. La que no tenía nombre ni representación, en su advocación de “la energía espiritual”, se representaba con el viento (el soplo divino que le da conciencia a la materia). Los nahuas le llamaron Quetzalcóatl, los mayas Cuculcán y los zapotecos Dzavui, pero todos compartían el caracol como emblema simbólico.


Las férreas normas sociales, morales, éticas y las leyes e instituciones que se crearon y desarrollaron a través de más de cinco milenios de vivir en sociedad, en el periodo Preclásico (6000 a 200 a.C), así como la religión y la espiritualidad compartida por todas las culturas en tiempo y espacio, le dieron a la civilización del Anáhuac las bases para resolver los problemas básicos de subsistencia material y las bases, compartidas por todos, para enfrentar el desafío de encontrarle un significado trascendente a la existencia en el plano espiritual. Lo relevante es que esta aspiración era compartida por toda la comunidad y el esfuerzo colectivo partía del esfuerzo personal. De modo que la cultura colectivista o comunitaria también se llevó al nivel espiritual.


Podemos afirmar que el periodo Preclásico fue de suma importancia, pues en él se crearon los sólidos cimientos donde en los siguientes mil años, florecerá el periodo de esplendor. Dado que se partió de ser nómada-cazador-recolector y sin ayuda de ninguna otra civilización se creó un sólido proyecto de desarrollo humano que se ha mantenido a lo largo de ocho milenios. Los primeros siete mil quinientos años de manera endógena y los últimos quinientos, enriquecido por las culturas de Europa, Asia y África.


La pirámide de desarrollo humano creada en el Preclásico se puede considerar el logro supremo de los hombres y mujeres del Anáhuac, que a lo largo de miles de años buscaron salir de las tinieblas de la oscuridad, para preparar la entrada al periodo luminoso de esplendor cultural, difícilmente igualado en el mundo antiguo y moderno.


La pirámide de desarrollo humano tiene en su base un eficiente sistema alimentario que les dio la energía y el tiempo libre necesario para realizar sus grandes propósitos sociales. Le sigue un eficaz sistema de salud, que les proporcionó fuerza y seguridad para mantener sin deficiencias o limitaciones los proyectos sociales. Se consolida en el tiempo con un sólido sistema educativo, que le permitirá formar a las nuevas generaciones en los ancestrales ideales y metas existenciales, lo que posibilitó que sucesivas generaciones hicieran suyo el proyecto civilizatorio a través del tiempo y trasmitieran el conocimiento para perpetuarlo. El complejo sistema de organización social y régimen jurídico le permitió multiplicar las capacidades y posibilidades sociales. Les dio seguridad jurídica a través de un Estado de Derecho aceptado y compartido por todos los pueblos y culturas, lo que entre otras cosas permitió grandes periodos de paz y armonía social. Y finalmente la pirámide es coronada con un “proyecto abstracto” de carácter comunitario, en el que la búsqueda de la trascendencia de la existencia, de manera individual y colectiva, se simboliza con la figura emblemática del Anáhuac, “El Quetzalcóatl”.


En efecto, el Quetzalcóatl antes que nada es una aspiración universal de equilibrio y armonía entre el Espíritu, representado por el ave más bella que remota el cielo: “el quetzal”. Y su contra parte opuesta y complementaria, “la Materia”, representada con el animal más inteligente que repta sobre la tierra: el cóatl, la serpiente.


Así, la encarnación del “Quetzalcóatl” es la búsqueda del equilibrio armonioso entre Espíritu y Materia. Tanto en lo personal como en lo colectivo en el bregar cotidiano de la existencia. Significa la lucha interna por equilibrar el par de opuestos complementarios que nos conforman. El Espíritu y la Materia, lo abstracto y lo concreto.


De esta manera, los Viejos Abuelos a lo largo de casi seis milenios fueron construyendo esta pirámide de desarrollo humano, que fue la base para emprender uno de los procesos humanos más interesantes de la humanidad, pues rompe totalmente con los esquemas de evolución de las civilizaciones que se desarrollaron entre los ríos Nilo, Tigris, Éufrates, Huang Ho, Yang Tsé-Kian y Ganges y tomadas por la “historia universal oficial”, como ejemplo del desarrollo humano, especialmente por los logros materiales, la guerra y el comercio.



La civilización del Anáhuac ha sido negada y mal interpretada. En pleno siglo XXI prevalece en muchos aspectos el mismo criterio colonizador del Siglo XVI. Es censurable este hecho para la cultura universal, pero resulta inadmisible y vergonzoso que los actuales “mexicanos”, sigamos manteniendo la misma posición-visión de los conquistadores, Cortés y Alvarado, hacia lo más antiguo y esencial de nosotros mismos. Poco es lo que se sabe del pasado anahuaca, y de él, mucho menos se conoce del periodo Preclásico, pero es indudable que fue de singular importancia para la historia de México y de la humanidad. Especialmente por los logros alcanzados en alimentación, salud, educación y organización social. Beneficios que no sólo los mexicanos contemporáneos gozamos, sino que han llegado a toda la humanidad, como el maíz, el chocolate la vainilla, el chile, el chicle, el tomate, la chía, la grana cochinilla, la cuenta perfecta del tiempo, la chinampa y un largo etcétera.

domingo, 6 de diciembre de 2009

LA MEMORIA...el arma de los guerreos del Anáhuac




       Descolonizar con la fuerza del Espíritu.


El arma más contundente para colonizar a nuestro pueblo desde 1521 ha sido la pérdida de su identidad. No fueron los cañones o las espadas, las intrigas y las traiciones, ni siquiera la viruela o el sarampión. Ha sido la ignorancia de nosotros mismos.

Cuando a una persona, a una familia o a un pueblo se le quita la “memoria”, se le deja indefenso y vulnerable. Por la amnesia, no sabe quién es, no sabe de dónde viene, ni a dónde va. Qué le pertenece y qué le es ajeno. Quién es su enemigo, quién su explotador. No diferencia la mentira de la verdad, la injusticia de la justicia. Es como si lo dejaran mudo, ciego y sordo, en un pavoroso estado de indefensión total.

Esto es justamente lo que nos ha pasado en estos cinco siglos de ocupación y colonización extranjera. Los primeros tres siglos los “gachupines” crearon el Cem Anáhuac, para sí y para la corona española el Virreinato de la Nueva España, en donde los pueblos originarios no tenían ninguna oportunidad. Su calidad era de vencidos y esclavos, como el filósofo español del siglo XVI, Ginés de Sepúlveda lo afirmaba. Las leyes, las autoridades y las instituciones eran de carácter colonial y estaban creadas para regular la explotación humana y la depredación de la naturaleza de los vencidos, no para impartir justicia y procurar el bienestar de los invadidos.

Los siguientes dos siglos, gracias a una lucha entre parientes, los “criollos” traicionaron a los “gachupines” y crearon “su país”, al que le llamaron “México” en honor a los mexicas. No se abolió el sistema colonial, lo único es que los “criollos” desplazaron a los “gachupines”, los expulsaron “de sus país” y tomaron el poder. La sociedad mexicana “es de unos cuantos y de amigos”, es racista, clasista, explotadora y depredadora. En pleno siglo XXI vivimos e una sociedad hipócritamente colonial.

En el neo-colonialismo los criollos crearon un país para sí y para los capitales extranjeros. Porque los criollos han demostrado en “la historia de su país”, que son ineptos, cobardes y mediocres. Pese a tener en “su país” un pueblo indígena y mestizo trabajador y educado, además de contar con, al parecer, inagotables recursos naturales, nuca han sabido trabajar y crear riqueza, solo han robado y dilapidado. Su “sueño bicentenario” ha sido, desde 1821, invitar a los capitales extranjeros a explotar al pueblo y los recursos naturales a cambio de unas migajas por… “la sociedad”.

Y todo esto ha pasado en medio del sufrimiento, la injusticia, la explotación y el despojo de los hijos de los hijos de la civilización invadida del Anáhuac. En “este país”, en general, los pobres, los despojados, los desempleados, los que no tienen acceso a la educación, a la salud, a la justicia, son casualmente… “los morenitos”. Los descendientes de los pueblos originarios, y del lado opuesto, están los extranjeros y sus descendientes, así como los recientes avecindados.

Cómo es posible que durante cinco siglos los pueblos originarios y sus descendientes culturales, los mestizos, seamos la carne de cañón de la explotación. Cómo es posible que el mismo pueblo vea como “algo natural” su pobreza y la negación a sus más elementales derechos, cuando nosotros somos los descendientes de la civilización del Anáhuac, una de las más importantes y antiguas de la humanidad. Esta tierra ha sido nuestra durante siete mil quinientos años y en los últimos quinientos hemos sido despojados, explotados y excluidos. Hoy tenemos que entrar de “ilegales” a otro país, para tener más oportunidades que en nuestra propia tierra.

Esto ha sido posible gracias a que los invasores se han encargado de extirparnos “la memoria histórica”. Los mexicanos en general no tenemos noción, ni siquiera, de “la historia oficial criolla”. Vivimos en un laberinto de la desolación de ser extranjeros incultos en nuestra propia tierra. No conocemos, no valoramos, no nos interesa conocer la milenaria historia de nuestros Viejos Abuelos toltecas. Estamos huérfanos y mutilados de los más valioso y esencial de nosotros mismos.

Desconocemos y rechazamos a la Toltecáyotl. Nos da vergüenza reconocer nuestra Cultura Madre en nuestro ser, en nuestro cuerpo, en nuestra forma de sentir, pensar y actuar. Negamos a nuestra Madre Cultura y exaltamos la cultura extranjera. Sea de España, de Francia y ahora de Estados Unidos. Nos han enseñado a despreciarnos y a desvalorarnos. No deseamos conocer los valores, principios, actitudes, sentimientos anahuacas, que a pesar del rechazo conciente e inconciente, siguen vivos en nosotros mismos y determinan en gran medida nuestro ser y hacer.

La cultura neo-colonizadora de los criollos es excluyente. Condena al desprecio y al rechazo a la civilización originaria. Por esta razón “los mexicanos” no hemos podido consolidar plenamente un mestizaje enriquecedor. En los cerrados círculos de poder económico, político, gubernamental, intelectual, artístico, no existe hasta la fecha, un espacio natural para la cultura anahuaca y sus descendientes culturales. Sí en México se ha dado un mestizaje, por cierto muy rico y pródigo, ha sido en las periferias del poder, lo que se conoce como las “culturas populares”. El proyecto de nación criolla, jamás ha participado la sabiduría, filosofía y la cultura de la civilización del Anáhuac. La cultura originaria además de ser rechazada y difamada, esta proscrita por el poder.

Un ejemplo de lo anterior es que los mexicanos conocemos muy poco de la historia “propia-nuestra”, antes de la invasión. A esta historia la secuestran, la esconden, la niegan. Es decir, nosotros no somos nada antes del conquistador. No tenemos rostro, ni nombre. Existimos gracias al “descubridor” y al conquistador, que “nos civilizó, nos dio nombre, idioma, religión y cultura”.

El objetivo es mantener a los invadidos sin memoria, sin recuerdo, sin raíz. Vulnerables, indefensos, inseguros. No sabemos cómo se llamaba esta tierra. No sabemos cómo se llamaban a sí mismos nuestros Viejos Abuelos. En los libros de historia de la SEP, se le llama a la batalla en la que los indígenas (nuestros antepasados) en 1520 derrotaron a los invasores: “ La Batalla de la noche triste”. A la historia de siete milenios y medio antes de la invasión europea se le conoce como “Historia prehispánica, precolombina, precortesiana”. Borran totalmente de la historia y de nuestra mente la milenaria civilización del Anáhuac.

Al territorio indebidamente un extranjero le puso el nombre de “Mesoamérica”, haciendo el comparativo de “Mesopotamia”, que quiere decir “entre dos ríos”, (el Tigris y el Éufrates), pero en el Cem Anáhuac no tiene razón de ser, es solo imposición y colonialismo cultural.

A los pueblos descendientes de las civilizaciones originarias del continente se les llama despectivamente “indios”, porque Colón se equivocó y creyó que había llegado a la India. Han pasado más de 500 años y les seguimos diciendo indebidamente a los pueblos originarios de manera equivocada, lo que demuestra nuestro auto desprecio y falta de identidad.

El extranjero nos llama como quiere y nosotros repetimos mansamente sus epítetos y los hacemos propios. En el Norte nos dicen y nos decimos “latinos e hispanos”. Nosotros no somos ni latinas y hispanos. Latinos, porque Napoleón III queriendo recuperar las colonias “iberoamericanas” que perdió España a principios del siglo XIX, se inventó que los países recién fundados eran “latinos” y por tanto, debían estar bajo la égida del Imperio Francés.

Los anglosajones en Estados Unidos nos llaman “hispanos”, porque hablamos español. Pero ellos no aceptarían que nosotros los llamáramos “ingleses” por hablar inglés. Nosotros aceptamos todo, porque desconocemos todo. Esta es la razón por la cual se trata de que día a día, los habitantes de este país, los descendientes de los Viejos Abuelos, no solo no conozcan su historia antigua, sino que la rechacen y les avergüence. Por ello se quita de la primaria y la secundaria el estudio del “México antiguo”. El neo-colonizador nos pueden permitir casi todo, menos que recuperemos nuestra memoria. Porque este es el arma fundamental de la colonización. La ignorancia de nosotros mismos es lo que nos condena a la miseria material y espiritual.

El primer paso para iniciar la descolonización es recuperar la memoria histórica. Recuperar nuestra dignidad a través del estudio y conocimiento de nuestra verdadera historia. Decir un vigoroso ¡YA BASTA! a la colonización intelectual. Ya basta de referirnos a nosotros mismos con conceptos llenos de desprecio e ignorancia, con cargas ideológicas colonizantes como: Mesoamérica, prehispánico, precortesiano, precolombino, indio, latino, hispano, Batalla de la noche triste, “caballero” águila, emperador, rey, princesa, reino.

Debemos de luchar por recuperar nuestra memoria histórica, para saber quiénes somos. Este es el primer paso de una dignificación por quinientos años de negación e ignorancia. No se trata de negar nuestra parte occidental, se trata de consolidar verdaderamente nuestro mestizaje, sumando las dos civilizaciones que nos conforman en la actualidad.


onvoquemos a lo mejor de nosotros mismos. Reencontrémonos con nosotros mismos. Activemos el “banco genético de información cultural” que hay en cada uno de los hijos de los hijos de los Viejos Abuelos. Recuperemos el valor de la palabra de los ancianos y de nuestros padres, los valores de nuestras familias y comunidades. Revaloremos y dignifiquemos nuestras ancestrales tradiciones y costumbres, nuestra visión sagrada y espiritual del mundo y la vida. Apostemos todo a muestra memoria colectiva genética. Creamos de nuevo en nosotros mismos y tomemos fuerza y dirección de nuestro milenario pasado. Recuperando el pasado, el futuro es nuestro.

jueves, 3 de diciembre de 2009

EL DUOPOLIO TELEVISIVO…“un peligro para México”.


El poder sobre las masas radica en el control de sus mentes. La fuerza y la represión, son “correctivos extraordinarios”. En la historia de la humanidad, el control de los pueblos ha estado en manos de las iglesias. “El poder de Dios siempre ha sido más grande que el del Cesar”.


En México desde el tiempo colonial la iglesia mantenía el control de los pueblos indígenas, que representaba la gran masa. En el siglo XIX, después de la Independencia, la Iglesia Católica emprendió una ardua lucha, no solo por mantener sus canonjías económicas y políticas coloniales, sino quiso apoderarse de gran parte del poder, ahora en manos de los criollos metidos en la construcción de "su país".

Su alianza con los criollos conservadores derivó en una lucha frontal en contra de los criollos liberales. En el siglo XIX, al pueblo se le controlaba desde el pulpito y el confesionario. A través del sermón y la confesión, la iglesia tenía el pulso y el control social, podía llegar hasta la intimidad de los ciudadanos.

Benito Juárez y las Leyes de Reforma pusieron fin a esta situación de abuso. Se separó el poder civil del religioso y se delimitó el poder a la iglesia. Esto motivó "la Guerra de Reforma”, en la que al perder la lucha política los conservadores, la llevaron al plano militar. Nuevamente vencen los liberales y los conservadores apoyados por la iglesia piden apoyo a Francia y se produce la invasión francesa.

La historia se repite, ahora el “verdadero poder” lo tiene la televisión que llega a lo más profundo de la psique del mexicano. La televisión controla al país, lo des-informa, lo embrutece, lo maleduca, lo enajena y lo vulgariza. El poder de la televisión en México es totalmente desmedido y desproporcionado. El gobierno, los políticos, las iglesias, le rinden pleitesía y mansamente se sujetan a sus malignos intereses.

El duopolio se encuentra desbordado y no hay nadie quien lo pare. Lo mismo es capaz de poner a un hombre en la presidencia, que crear una luminosa estrella de la noche a la mañana. Pude destruir toda una vida de trabajo y honradez, que hacer de un malandrín un icono social. Su poder es tal, que el hombre más rico del mundo (Slim) no le dejan tener su canal de televisión abierta.

Las televisoras no solo se han apoderado del mundo de la política, como pulpos se han extendido a otros negocios más lucrativos como el juego de asar, los bancos, el deporte profesional, los impresos, tiendas de electrodomésticos, palenques y ferias, etc., etc. Su voracidad no tiene límite.

El punto es el “extraordinario poder” que tienen las televisoras para poner a un pueblo y su gobierno a los pies de sus mezquinos intereses. El mayor daño que le hacen al pueblo y a la nación, no es en el plano político, dado que la política es un chiquero de todos conocido. De modo que sea quien sea, gane quien gane…el pueblo siempre pierde.

El gran daño es el embrutecimiento, la pérdida de la conciencia y la identidad cultural, los valores tradicionales, la ignorancia en la que hunden diariamente al pueblo. Son las televisoras las que imponen “sus valores y sus principios”. Mantienen a través de su programación, una campaña permanente de vulgarización, bajeza, perversión y estupidez a los niños, jóvenes y adultos. Cada edad tiene “sus programas” y la gente ahora “piensa, habla, siente y actúa”, como en las telenovelas, los noticieros y los programas de “diversión”. Quien EDUCA en México es la televisión, la SEP, en el mejor de los casos trata ineficientemente de “instruir” a un pueblo embrutecido e ignorante.

El duopolio televisivo es “un peligro para México”. Su poder crece en la medida que los políticos no tienen credibilidad y representatividad. El vacío de poder, por la ausencia del Estado de Derecho le da, día a día, más poder al duopolio. Por esta razón la televisión se encarga todos los días de destruir, desacreditar y degradar a las pocas personas y las instituciones que se oponen a este gran peligro. La mayoría: políticos, empresarios, iglesias y sociedad civil organizada…sumisamente se cobijan bajo su patética y nefasta sombra protectora.

jueves, 26 de noviembre de 2009

UN MÉXICO DE RICOS Y UN MÉXICO DE POBRES.




Los dueños del dinero en México, desde 1521, lo único que hacen es extraer riqueza del pueblo explotado y depredar sus recursos naturales. En la colonia eran lingotes de oro que iban a España, hoy son miles de millones de dólares que van a parar a los bancos extranjeros...(en el extranjero).



En efecto, mientras los mexicanos pobres (indígenas y mestizos) se tienen que ir al Norte a buscar una oportunidad que su tierra les negó, envían permanentemente dólares a México. Los mexicanos ricos (los criollos) en cambio, sacan siempre sus ganancias del país para protegerlas en lugares más seguros. Los pobres envían dinero y los ricos lo sacan del país.

El Banco de México informó que de enero a septiembre de este año, los mexicanos ricos sacaron 21,300 mdd. Mientras los mexicanos pobres, enviaron vía remesas, en ese mismo periodo, 16,435 mdd. Es decir que los inversionistas sacaron 5 mil mdd más, de lo que entró vía remesas.

Otro dato revelador que dio el BM, fue que la extracción de dólares del país, superó en 118% el ingreso de la inversión extranjera directa. Es decir, los ricos sacan mucho más dinero del país, que lo que entra, vía inversión, para “crear empleos” y alentar la economía.

Como se ve, existen dos Méxicos: uno que tiene todos los privilegios a su disposición, no paga impuestos y pone sus mezquinas condiciones. Y un México que siempre paga los platos rotos de la corrupción y la ineptitud.

Cuando "el Presidente 0.56%" declara que… “es hora de enderezar el rumbo social”… ¿a qué se refiere?


martes, 17 de noviembre de 2009

EL GRAN ENGAÑO HISTÓRICO DE MÉXICO.


Gran parte de las personas que habitamos este basto territorio llamado México, hemos vivido engañados los últimos dos siglos. Usados y explotados por un puñado de abusadores que han llegado sucesivamente a estas tierras y han explotado inhumanamente a los pueblos originarios y han depredado despiadadamente sus recursos naturales.


Para hacer posible esto, los colonizadores-explotadores fundamentalmente le han quitado “la memoria histórica a los invadidos”. Es decir, los han mantenido en un estado amnésico. No saben quiénes son, de dónde vienen y mucho menos a dónde van. Una inmensa masa de gente ignorante, desculturizada y desmemoriada. Tratando de ser…lo que el colonizador le impone que sea a su conveniencia. Trescientos años tratando de ser españoles y hasta le pusieron a esta tierra “La Nueva España”, después cien años pretendiendo fallidamente ser franceses y en el último siglo, hemos tratado de ser inútilmente norteamericanos. Permanentemente despreciando lo propio y exaltando frenéticamente lo ajeno.


Este enorme pueblo mestizo desculturizado, que rechaza tercamente ser indígena y desprecia rabiosamente la Cultura Madre. Que pretende ser “mestizo-europeizado” o de perdida “moderno-agringado”. Se aleja de lo indígena y que nunca llega a ser español, francés o norteamericano. Ese ciudadano ignorante, vulgar, fatuo. Aquél que construye sus paradigmas existenciales en la televisión, en las marcas comerciales, en la “modernidad”, en el consumo. Ese que es en el fondo inseguro, violento, desconfiado, despiadado, temeroso, voraz y depredador. Ese que jamás será urbano, ni respetará una línea de personas, ese que rebasa por la derecha y se pasa los altos, el que se estaciona en doble fila y no da el paso a los peatones. El que tira basura en todas partes y siempre quiere sacar provecho personal de los demás…ese que desprecia a los indígenas y los campesinos y admira a los extranjeros. Ese que siempre se piensa por encima de los demás. Ese que no sabe nada de la historia antigua de la Civilización Madre que le da vida y esencia. Ese que por desgracias es la gran mayoría en este país. Este ciudadano es una perfecta creación del colonizador-explotador, así nos quieren así nos necesitan así los hacemos ricos.


Solo teniendo esa clase de gente, los colonizadores explotadores pueden seguir haciendo grandes fortunas y vivir en la injusticia más cínica. Como casi todos los grandes capitales de este país, están en manos de “CRIOLLOS”, es decir, hijos de extranjeros avecindados en este país. La riqueza de Carlos Slim, sus secuaces y sus paisanos es directamente proporcional a la ignorancia del pueblo que explotan. Poco menos del 10% de ¿mexicanos? (los criollos) posee el 40% de la riqueza nacional. Es decir, este país le pertenece a unos cuantos y los demás son…como ganado o pollos en granja. Más nada.


Este “país” nació gracias a una lucha entre criollos y peninsulares por el derecho de explotar a los invadidos. Nuestra profunda herencia civilizatoria de siete milenios y medio ha sido brutalmente cercenada. Se impuso un sistema colonial durante 3 siglos y los criollos traicionaron a sus parientes y les echaron encima a la inmensa masa de nativos pobres y sedientos de justicia. Esa fue la Guerra de “Independencia”. Toda cambió para seguir igual.


Los criollos se inventaron “su país”, al que le pusieron MÉXICO indebidamente, pues en la memoria histórica milenaria se sabe que estas tierras son EL ANÁHUAC. México viene de mexicas, de modo que los zapotecas, mixtecas, mayas y un largo etcétera no son mexicas y por ende, con propiedad, ¡mexicanos!


Durante el siglo XIX los criollos se dividieron en dos bandos: masones yorkinos-liberales-federalistas-republicanos (priístas) y se enfrentaron a los masones escoceses-conservadores-centralistas-monárquicos (panistas), en una guerra fraticida por el poder, en la que fuimos invadidos en dos ocasiones y nos quitaron más de la mitad del territorio. Ni los peninsulares ni los criollos les han dado una verdadera oportunidad a los pueblos originales y a la Cultura Madre en estos quinientos años de colonización y neo colonización.


La Colonia y el país…siempre han sido de ellos y para ellos. ¿Cómo lo han logrado?, quitándole la memoria histórica al vencido-invadido. Haciéndale creer primero que era súbito español y después “mexicano”. Que él desciende de españoles o franceses, que él nada tiene que ver con la civilización indígena que se presume muerta. Que ser parte de la Civilización Madre es cosa negativa y de bajo nivel, esto es ser: naco, yope, indio, ignorante, vulgar, pobre, que no es lo mismo pero es igual.


Rechazar su Cultura, sus orígenes, sus tradiciones, su historia, su fenotipo, su color de piel, rechazarse a sí mismo y tratar de ser un colonizador de su propio pueblo (a eso le han enseñado a llamarle “triunfar”). En un mundo depredador, en un país en donde es todos contra todos, en el que no se respeta la ley, en el que la corrupción es el aceite que mueve al sistema, en el que el más sinvergüenza es el más listo, en el que no hay justicia, equidad, ni piedad…en un país así, es como Carlos Silm puede hacerse el hombre más rico del mundo. El Sistema Colonial es eso precisamente, desorden, corrupción, vulgaridad, ignorancia, en el pueblo; porque piénselo bien amable lector, “a río revuelto, ¡ganancia de criollos neo colonizadores!


A los hijos de los hijos de los Viejos Abuelos nos han engañado quinientos años. Nos han hecho perder nuestra memoria histórica, nuestro orgullo de ser herederos de una de las seis civilizaciones más antiguas del planeta. Nos han hecho creer que fuimos “novohispanos” y que hoy somos “mexicanos”, pero desde la INVASIÓN hemos perdido la propiedad y conducción de nuestra NACIÓN. Nos han hecho olvidar (momentáneamente) que somos hijos del ANÁHUAC, que somos poseedores de una milenaria sabiduría de cómo vivir en armonía con nuestros semejantes y con la naturaleza. Nos han hecho perder nuestros conocimientos sobre el mundo y la vida. Nos han quitado el sentido sagrado y místico de la existencia. Nos han vuelto inseguros, frágiles, violentos, ignorantes, dependientes. De esta manera se explica el por qué Fox mandó quitar de los estudios de Secundaria la Historia antigua de México.


Este país llamado México NO nos pertenece, por lo menos a la gran mayoría. Existe un 10% de criollos que tienen el poder y el dinero, otro 10% poseen solo el 1% de la riqueza y por supuesto, son los pueblos indígenas. Y existe una inmensa masa del 80% de mestizos deculturizados, hijos del canal de las barras y las estrellas. Dispuestos a pintarse el cabello de amarillo, a untarse cremas blanqueadores, a ponerle a sus hijos nombres extranjeros, a ser consumidores “muuderrnos”, a comer comida chatarra y pasear en los “moles”, a vivir a crédito y cumplir el anhelo existencial de ir a Disneylandia.


Millones de “mexicanos” que viven entre las telecomedias, los partidos de fútbol, los noticieros, los “reality shoes” y los chismes de los artistas, la filosofía de Ramones, Brozo, Cristina y la flaco y el gordo. Creyendo en las farsas de la mañosa democracia electorera, esperando sacar mayor partido y mejor provecho personal de la política corrupta.


Gente vulgar, vana, superflua, que solo vive pensando en tener dinero y poder comprar y ver más televisión. Personas insensibles e inconcientes, embrutecidas, fácilmente manejables e influenciables y explotables.


La riqueza de unos cuantos se fundamenta precisamente en todo esto. En la pérdida de la memoria histórica, en la ignorancia de nosotros mismos, en el rechazo y desprecio que hemos aprendido a tener de “lo propio-nuestro”.


El invasor-colonizador-explotador nos puede permitir cualquier cosa, MENOS QUE RECUPEREMOS LA MEMEORIA HISTÓRICA y sepamos quiénes somos, de dónde venimos y a dónde queremos ir, como individuos y como pueblo. Porque en eso memento se acaba su poder y su riqueza. Esta es la razón por la cual los mexicanos somos “INDEFENSOS EXTRANJEROS INCULTOS EN NUESTRA PROPIA TIERRA”. Conocedores de Europa y sabedores de qué color era el caballo blanco de Napoleón, el Coliseo Romano y el Partenón griego, pero totalmente ignorantes cuando vamos a Teotihuacan, Monte Alban o Chicen Itza.


Esta es la razón por la que no entendemos qué es lo que pasa “en nuestro país”. Pensamos que quienes tienen el poder y el dinero son hermanos nuestros y están preocupados solidariamente por nosotros, “el pueblo-su pueblo”. Que comparten un proyecto de mejora común, en el que nos ligan las mismas aspiraciones, anhelos y proyectos. Pero eso NO ES CIERTO, los que tienen el poder y el dinero desde 1521, solo pretenden explotar y depredar, para regresar a su verdadera tierra a disfrutar sus ganancias, como Slim que se la vive en Líbano.


El gran engaño es que “México” no nos pertenece, en cambio, El Anáhuac es nuestro futuro, el propio-nuestro. Solo tenemos que despertar recuperando la milenaria memoria histórica. Abrir los ojos y poner la mirada en el fondo de nuestro corazón.

sábado, 17 de octubre de 2009

LA DICTADURA DEL CULTO AL BECERRO DE ORO


El “ser humano” actual, apenas tiene 40 mil años en el planeta. De ellos, los primeros 30 mil, se la pasaron en calidad de nómadas-recolectores-cazadores. Fue hasta hace 10 mil años que al inventar la agricultura se hizo sedentario e inició los procesos de civilización a través del desarrollo de las potencialidades humanas.

Las civilizaciones “Madre” crearon a través del tiempo, eficientes métodos y sistemas para resolver los problemas materiales de la “sobre vivencia”, para inmediatamente pasar a resolver el desafío de “la trascendencia” de la existencia en el plano espiritual.

De esta manera se pasó del cultivo intensivo de las plantas a través de métodos de irrigación, domesticación y cría de animales, pasando por sistemas constructivos, transformación de productos vegetales, animales y minerales para resolver necesidades de vestido, iluminación, preservación de alimentos y semillas y un largo etcétera. Hasta llegar a darle significados muy complejos, abstractos y profundos a la existencia. Lo sagrado y lo divino del mundo y la vida encontraron, en todas las civilizaciones “Madre” el punto más elevado y luminoso de la pirámide de desarrollo humano.

Metafóricamente el ser humano, en su evolución, ha venido luchando contra la oscuridad, entendida como la ignorancia, contra la inercia de la materia que arrastra al ser humano a los abismos de la estupidez humana. Justamente esta es la “condición humana”, la incapacidad, la ignorancia, la degradación. Tomar conciencia de estas limitaciones y actuar en consecuencia para superarlas, es lo que le da sentido la existencia. Porque sí los seres humanos fuéramos “perfectos”, seríamos “ángeles y la tierra sería el paraíso”.

De modo que “esta condición” de nuestra “naturaleza imperfecta”, ha estado presente desde el origen de los tiempos humanos. La parábola de “Caín y Abel” se mantiene en el tiempo y el espacio. Es un drama perenne y universal, que permite que el ser humano se “auto determine” a través de las decisiones que toma y los actos que ejecuta en su vida. A través de la conciencia y el desarrollo de su espiritualidad, se eleva y trasciende. O a través de su inconsciencia, embrutecimiento y enajenación, se precipita en los abismos de la degradación.

Trascender espiritualmente y elevarse, es lo más difícil y representa el desafío más importante de la vida. Simbólicamente la materia que contiene “el soplo divino de conciencia espiritual”, es arrastrada por las fuerzas gravitacionales que atrapan a la materia y la precipitan a “la nada”. En cambio, la degradación y enajenación es lo más “natural, cómodo y sencillo”. Sin ningún “esfuerzo”, solo abandonándose, “dejándose ir”, los actos y sentimientos sin la fuerza ascendente del Espíritu, degradan al ser humano hasta convertirlo en una bestia depredadora de sus congéneres y del medio ambiente.

De esta manera, simbólicamente podemos decir que los seres humanos desde el principio de los tiempos están expuestos al “culto al desarrollo del Espíritu”, o al “culto al Becerro de Oro”. Espíritu y materia como un par de opuestos complementarios que se transforman en un tercero, diferentes a los dos que lo formaron, es decir, -el ser humano-. Los sabios toltecas del Anáhuac resolvían este drama con el “camino del guerrero”, al encarnar al Quetzalcóatl en una personal e íntima Batalla Florida. Es decir, equilibrar en perfecta armonía –en la vida diaria- el quetzal (símbolo del Espíritu) y el cóatl, la serpiente como símbolo de la materia (Quetzal-cóatl).

Durante la mayor parte del tiempo histórico del la humanidad, las civilizaciones “Madre” inclinaron la balanza en la búsqueda de la trascendencia de la existencia. Muchos los caminos, variados los “maestros o avatares”, pero un solo destino: “liberar el Espíritu de la materia”.

Sin embargo, la parte oscura del rostro humano ha estado presente desde siempre. El culto a la materia y la irresponsabilidad existencial han prevalecido en las acciones humanos, desde los tiempos de las cavernas hasta nuestros días.

“La verdadera historia de la humanidad” nos enseña, que aquellas personas que se han inclinado por el lado oscuro y material del mundo, han mantenido un permanente esfuerzo por ganar “su batalla”. En otro ensayo titulado “El Mito de la Modernidad” he tratado este tema con detalle. La idea es que estas personas que se inclinan por el lado oscuro y la materia, simbólicamente les hemos llamado “los mercaderes” y a la obsesión por el atesoramiento le hemos llamado metafóricamente “el culto al Becerro de Oro”.

Pues bien, “los mercaderes” y su perverso culto por el “Becerro de Oro” fueron controlados y sujetos por los poderes de las antiguas civilizaciones. Para el caso de la nuestra, la anahuaca, los “pochetcas” de Tlatelólco, fueron “controlados” en sus excesos de poder por los mexicas de Tenochtitlán. El punto es que cuando una persona acumula desproporcionadamente más bienes que los demás, no puede tener ni ejercer poder o privilegios sobre los individuos y la comunidad. El comercio es por su naturaleza un acto inmoral y se convierte en “un mal necesario”, dado que implica un acto de abuso sobre el que produce y el que compra. El comercio desde tiempos inmemoriales y en todas las civilizaciones antiguas, era un acto de poco valor social, muy vigilado, perseguido y castigado por sus excesos.

El Estado tenía el control total del pueblo y su responsabilidad era buscar las condiciones apropiadas para su desarrollo material y fundamentalmente espiritual. Para comprender este punto, solo basta conocer las “grandes obras” de las civilizaciones “Madre”, y en general, todas estaban encaminadas a la parte espiritual. Los “mercaderes” y el Mercado –en los periodos de esplendor- no poseían un gran mérito social y estaban totalmente controlados, sin “libertad” y con las leyes opresoras de su libertad para mercar impunemente”.

Los “mercaderes” iniciaron una lucha por la “libertad” en contra del Estado y desarrollaron una estrategia para destruir las milenarias formas de gobierno y organización social, así como las antiguas religiones, las filosofías, las formas y elementos culturales de los pueblos. Cambiar el sentido original de la existencia y modificarlo para venerar libertinamente y sin restricciones el culto al Becerro de Oro, es decir, cambiar la “tradición” por la “modernidad”.

Todo comenzó en Europa en la Edad Media, se perfiló con la invasión de América. Siguió con la creación del “primer país” del mundo. En efecto, en 1776 se concretó finalmente el proyecto e inició la lucha del Mercado contra el Estado. Se buscó “La Libertad” individual para mercar ilimitadamente apoyados por la democracia, que es el sistema por el cual los dueños del dinero gobiernan a los pueblos a través de los políticos. Siguió Francia y después los reinos europeos, derrocando a las monarquías para imponer “las repúblicas democráticas del Becerro de Oro”. La “Modernidad” nació como un proyecto estratégico global en Estados Unidos, pasó a Europa y después se desbordó por todo el mundo. Desde la toma de la Bastilla hasta la invasión a Irak, todo ha sido una misma estrategia global, primero tuvo su centro en Londres y ahora en Wall Street.

Los “mercaderes”, su culto e ideología, han creado dogmas ideológicos para sustentar su visión y dominio del mundo. Dogmas como: La evolución humana es lineal. La modernidad y la democracia son las creaciones humanas más elevadas. La ciencia y la tecnología son las que determinan la verdad del mundo y la vida. La espiritualidad y la religión son cosas caducas, de ignorantes y retardatarios. Todo lo pasado es por fuerza “primitivo”. El “éxito humano” se mide por la capacidad de dominar, transformar y explotar a la Naturaleza. El vértice superior del desarrollo material es “la liberación de la energía de la materia”, es decir, la fusión nuclear. La razón de la vida se encuentra en la explotación de los seres humanos y la Naturaleza, para acumular riqueza y poder.

Toda esta locura nos ha llevado a vivir uno de los momentos más críticos, no solo de la especie humana en estos 40 mil años, sino del propio planeta, que teniendo aproximadamente 5 mil millones de vida, en los últimos 50 se esta viendo amenazado por nuestra equivocada forma de vida impuesta por los “mercaderes”.

En efecto, la especie humana esta viviendo un momento de crisis global, como tal vez solo fue afectada por las glaciaciones y fenómenos naturales de dimensión planetaria. Nunca como ahora existen tal cantidad de habitantes, y nunca como ahora existen tanta pobreza, hambre e injusticia.

Lo único que tiene el ser humano para enfrentar los retos de su existencia, tanto de índole material como espiritual, es la inteligencia y la capacidad de trabajar y la sensibilidad para trascender la existencia. Los “mercaderes”, el Mercado y el culto al Becerro de Oro, han logrado, no solo someter y reducir al Estado, dejándole la tarea de administrador y policía, sino que, fundamentalmente han logrado quitarle al ser humano la posibilidad de trabajar, y ha logrado, especialmente con los medios masivos de comunicación, enajenarlo y embrutecerlo para amputarle la primigenia y esencial necesidad de, a través de la sensibilidad e inteligencia, encontrar la oportunidad de trascender espiritualmente la existencia material.

En efecto, el ser humano de todo el mundo, antes del dominio totalitario de los “mercaderes” podía, gracias a su cultura e inteligencia: trabajar y con ello asegurar su subsistencia material. Y con su sensibilidad y creatividad, encontrar a través de la tradición y la religión ancestral, darle un significado a su vida, trascendiéndola en el plano espiritual.

Sin embargo, el ser humano “moderno”, que ha quedado indefenso en el mundo de los “mercaderes”, ahora se le ha expropiado la posibilidad de trabajar. Son los dueños del dinero y la tecnología los que ahora le ofrecen mezquinamente un puesto de trabajo. Ya no puede, por él mismo, y a través de su cultura y la naturaleza satisfacer las necesidades materiales de subsistencia de su familia. Ahora tiene que “buscar trabajo” y tocar mansa y humildemente la puerta de los “mercaderes”, para que como limosna, tenga la oportunidad de ganarse la vida con un trabajo mal pagado, sin garantías y prestaciones. Ahora son “los mercaderes” los que con sus capitales y tecnologías tienen el control del trabajo a través de crear, de acuerdo a sus intereses, las fuentes de empleo.

El “trabajador tradicional” era poseedor de un conocimiento y una maestría que generalmente había sido heredado por la comunidad y la familia. Él era dueño, creador y recreador de sus instrumentos y tecnologías de trabajo. La producción, reproducción y consumo, en general, era de tipo familiar. Fuera en el campo, la aldea o las pequeñas ciudades.

Fueron los “mercaderes” a través de la Revolución Industrial, quienes destruyeron el núcleo familiar de producción-reproducción y consumo. Secuestraron a los hombres y niños para llevarlos a las fábricas, minas y talleres, encadenándolos a la línea y la producción en serie. Los “mercaderes enajenaron el trabajo y convirtieron al “trabajador” en un esclavo salarial.

El “trabajador moderno” es un ignorante. Los “mercaderes” a través del desarrollo tecnológico han hecho que pierda el conocimiento de los procesos de producción. Es más un robot que un ser humano. La producción en línea lo hace prescindible e insignificante, porque siempre en la puerta de la fábrica hay 20 personas que piden su trabajo en donde no se necesita conocimiento y experiencia. La tecnología en manos de los “mercaderes” no ha desplazado al ser humano en la producción, solo lo ha hecho insignificante y ha reducido el costo de “la mano de obra”, que ya no requiere conocimientos específicos y experiencia. El trabajador ha sido desposeído de sus conocimientos y por ello se encuentra indefenso y sin “valor”.

Y en el aspecto espiritual ha sido totalmente enajenado y embrutecido. Lejos de los valores familiares y comunitarios. Empantanado en los “valores comerciales de los mercaderes”. Ausente en una práctica religiosa/espiritual. Atrapado en la dinámica del individualismo, la violencia y el consumismo, el ser humano “moderno” se aniquila a sí mismo en la desolación y en la anestesia existencial.

Ahora en vez de buscar la trascendencia busca el consumo. En vez de luchar por ser educado se entrega a ser vulgar y soez. La bajeza y la degradación han suplido la sana diversión y al entretenimiento. Todo se encuentra en la televisión y todo gira sobre el dinero. Desde la niñez, por medio de “la instrucción para el trabajo” en las escuelas y la educación en “valores comerciales” a través de la televisión, el poder del dinero formará los anhelos existenciales de consumo.

El ser humano moderno encuentra la trascendencia en los distractores-consumo que le impone la dictadura del culto al Becerro de Oro. El deporte comercial, la farándula artística comercial, la moda, el ocio en tecnología, el alcohol, las drogas. Los “mercaderes”, como ningún otro poder en la historia de la humanidad, han logrado el control del subconsciente de los seres humanos a través de los medios masivos de comunicación. Nunca antes, tantas personas de diferentes partes del mundo, pueden “ver-escuchar-recibir”, al mismo tiempo un mensaje directo o subliminal. Al destruir los valores ancestrales de la cultura popular, el ser humano queda indefenso y vulnerable a los ataques a sus valores, sus tradiciones y costumbres. Es decir, a la esencia de su ser y de su hacer.

El punto de esta reflexión es clarificar la condición que existe en la vida del ser humano “moderno”, atrapado en la dictadura de los “mercaderes”, así como el poder global que han adquirido sobre el Estado y la percepción del mundo y la vida.

El “ser humano moderno” ha perdido la capacidad de trabajar y satisfacer las necesidades familiares y personales de subsistencia material. Atrapado en las grandes ciudades, en el consumo, la ignorancia y el embrutecimiento. El trabajo, que es esencial al ser humano, ha sido apropiado por los “mercaderes”, quienes son los creadores de las fuentes de empleo a través de poseer los capitales y la tecnología.

La riqueza planetaria se ha concentrado en un puñado de familias y empresas, que actúan coordinadamente a través de “carteles” de explotación. Doblegando a los Estados y poniéndolos a su servicio, pasando encima de las leyes, los derechos y la vida de miles de millones de personas y decenas de países.

Todo esto lo han logrado a través de la destrucción de la sabiduría ancestral manifiesta en los diferentes modelos de organización, administración, producción, tradiciones, usos y costumbres, en síntesis, en la destrucción de la cultura de los pueblos, en las antiguas religiones. Erradicando a través de la ignorancia, enajenación y embrutecimiento, la primigenia y esencial necesidad humana de darle significado a la vida y encontrar su trascendencia en el plano espiritual.

El “ser humano moderno” esta atrapado en dos grandes felonías de los “mercaderes”: la imposibilidad de trabajar para satisfacer sus necesidades de subsistencia material, condenándolo a la miseria material. Y la imposibilidad de satisfacer su necesidad de trascender la vida en el plano espiritual, condenándolo a la miseria espiritual.

Ignorante y embrutecido subiste en los cinturones de miseria de un mundo caníbal urbano, luchando sin armas (la inteligencia y el conocimiento), por un puesto de trabajo. Vive en medio una “realidad” saturada de productos chatarra y de lujo, al cual él se aferra para darle sentido a su vida.

Enajenado y anestesiado el “ser humano moderno” busca trascender su vida a través del dinero, el consumo y el “poder del tener”. Y entre más tiene, más vacío y desolado se siente. Porque la frustración existencial en el “ser humano moderno” es igual entre pobres y ricos. El vacío esta llenado todos los espacios y “la nada esta acabando con todo”. Los “mercaderes” y el Mercado han impuesto brutalmente la dictadura del culto al Becerro de Oro.

jueves, 1 de octubre de 2009

PSICOLOGÍA DEL MEXICANO


Es un tema muy trillado con demasiados “sitios comunes”. En general esto de la “psicología del mexicano” es más una “bacinica mental”, que un estudio serio y descolonizado para tratar de entrever -el rostro y el corazón verdadero- del pueblo de este país, que indebidamente le han llamado “México” (*).

Desde que Samuel Ramos escribió “El Perfil del hombre y la cultura en México” en 1934, y posteriormente en 1950 Octavio Paz escribió “El Laberinto de la Soledad”, se ha tratado de explorar los, al parecer, “insondables” adentros del “Ser del mexicano”. En general, lo escrito refleja una pequeña península del enorme continente que implica “el Ser mexicano”.

El problema surge desde el origen. No se ha definido que en verdad es “lo mexicano”. En efecto, qué debemos de entender por “el mexicano y lo mexicano”. Porque, este país surge de una de las primeras civilizaciones con origen autónomo del mundo, que durante siete milenios y medios creció, evolucionó y formó un sólido proyecto cultural. Sin embargo, con la conquista y colonia, fue negada brutalmente esta civilización y sus valores, para imponer una cultural colonial, que no española. O dicho de otra forma, los españoles crearon una “cultura colonial española”, que implantaron a sangre y fuego en los territorios invadidos durante tres siglos, sobre la negación “del otro”.

Después de una lucha fraticida entre criollos contra gachupines, los primeros lograron quitarles el poder a los segundos y los expulsaron, creando en el territorio de la colonia un país, como los que se estaban formando en Europa a principios del siglo XIX, pero sin modificar sustancialmente la estructura colonial. Solamente se cambió quien encumbra la pirámide del Sistema de Castas.

En estos doscientos años los criollos en el poder, han desarrollado un modelo neo-colonial, con una delgada epidermis modernizante y seudo democrática, pero que sigue teniendo sólidos cimientos y estructuras coloniales de carácter mental y cultural, que le impiden entrar a la modernidad en calidad de igualdad con las naciones que ayer fueron colonizadoras y hoy se autodefinen como desarrolladas.

En el “México de los criollos” durante dos siglos los que han tenido y tienen el control de las decisiones políticas, económicas y culturales son, por lo general, los descendientes culturales de la conquista y la colonia. Los invadidos siguen en el fondo de la escala social, económica, política y cultural. Ellos no han tenido la oportunidad de expresar y desarrollar los valores de su antigua herencia cultural y menos aún, la posibilidad de crecer y desarrollarse económica y políticamente. Se les mantiene totalmente excluidos, por pobres, por no poseer la “cultura dominante”, por su fenotipo y por rechazar de muchas formas el proyecto de los criollos a través de una vigorosa cultura de resistencia.

Este es el punto. ¿Cuál es la psicología del mexicano?, en un país eminentemente colonial, con un feroz sistema de castas disfrazado y una desmesurada hipocresía social, que no puede ocultar la histórica injusticia social, la exclusión sistemática y el desprecio por la civilización invadida.

A qué tipo de “mexicano se refieren los estudios y ensayos”. A los mexicanos, directamente descendientes –culturalmente- de la civilización del Anáhuac, hablen o no una lengua originaria. Gente que vive en lugares apartados y que trata de evitar “la modernidad y el progreso”, o que viven en “municipios de extrema pobreza”.

Se refieren a los “mexicanos” que Guillermo Bonfil Batalla llamó “indios desindianizados”. Aquellos que rechazan los elementos culturales indígenas que los identifican con los pueblos originarios y que huyen de la pobreza campesina para engrosar los municipios más importantes de su región o los que emigran a los cinturones de miseria de las medianas y grandes ciudades del país.

O será a los indígenas y campesinos que desde la revolución dejaron el campo y que a lo largo de dos o tres generaciones se han vuelto urbanos. Gente que ha podido estudiar y que gracias “al milagro mexicano”, lograron escalar en la pirámide social; y que en el encuentro multi-cultural y multi-racial de las ciudades del país se mezclaron para formar la llamada “clase media”, en la que gracias a la educación superior y a las oportunidades de trabajo, se pudieron mezclar gente de las partes más distantes del país y aún, del extranjero, especialmente de Europa y Medio Oriente, que con sus interminables guerras, desplazaron muchos de sus ciudadanos por el mundo.

O se refieren a los “nuevos mexicanos” que a partir de la década de los años setentas dejaron el empobrecido campo y crearon de la noche a la mañana, ya no “cinturones de miseria”, sino verdaderas “ciudades miseria”, como Netzahualcóyotl en el Edo. de México. Gente educada y adoctrinada por la televisión comercial que perdió totalmente los valores de su cultura campesina y jamás adoptó una cultura urbana.

O serán aquellos “mexicanos” que siempre han tenido el poder económico y político de este país. Extranjeros e hijos de extranjeros que de generación en generación han podido, con mayor o menor capacidad, mantener su estatus de “extranjero”, en un país colonial, en el que el malinchismo y el desprecio a la cultura y fenotipo local han sido permanentemente reforzados y alimentados. Esos “mexicanos” que tienen sus exclusivas zonas residenciales, sus escuelas privadas, sus zonas comerciales, que hablan “en su lengua madre” aunque tengan generaciones de vivir en México. Esos que llaman “nacos” a los que no son como ellos y que no tienen la más mínima compasión y solidaridad social con “los pobres”, pero que cuando viajan a lejanos países a las Olimpiadas o el Mundial de Futbol se disfrazan con grandes sombreros, sarapes multicolores y cantan el "cielito lindo".

A qué tipo de “mexicano” se refirió Octavio Paz o Samuel Ramos. Porque en 1987 Guillermo Bonfil nos reveló la existencia de “dos Méxicos”. Un “México profundo”, que hunde sus raíces culturales en la civilización del Anáhuac, y un “México imaginario”, que nace en la invasión, se desarrolla en la colonia y se nos presenta en el periodo neo-colonial, como una sociedad colonial disfrazada como modernizadora y democrática.

Dice Guillermo Bonfil, que ese “México” no es imaginario porque no exista, sino porque nunca ha tomado en cuenta “al México profundo” en sus sucesivos proyectos frcasados. Es imaginario, porque la gran mayoría de personas que viven en este país, tienen más cercano en “su ser y hacer”, la matriz civilizatoria indígena, aunque conciente e inconcientemente la rechacen.

Volviendo al punto. ¿Cuál es entonces la psicología del mexicano? O más bien, de que tipo de “mexicano” queremos hablar.

En general, el vencedor escribe la historia. Pero además: tiene el poder económico, político, cultural y social. Impone sus verdades y sus valores, y por supuesto, su Ley. El vencedor tiene “LA VERDAD” en sus manos, además de los medios masivos de difusión y el sistema educativo.

Y dentro de “estos Méxicos” existen muchos otros Méxicos. Porque podemos hablar de un “México español”, un “México” libanés, un “México” judío, Un “México” inglés, un “México” francés y por supuesto, de un “México” norteamericano. Son estos “Méxicos” los dueños del poder económico y político. Ellos, los que se manejan con una IDEOLOGÍA CRIOLLA, son los que han dirigido “su país” desde 1821 al fracaso. Siempre pelando entre ellos y buscando alianzas con el extranjero, soñando que los capitales foráneos los hagan ricos, entregando la mano de obra de los “naturales y sus recursos naturales a cambio de su perversa y corrupta “sociedad anónima”.

Desde otra perspectiva, son los “mexicanos” que integran ideológicamente el “México imaginario”, los que toman las decisiones en el campo económico y político, ellos son los forjadores del mito del “mexicano incapaz, acomplejado, impotente y frustrado”, porque a lo largo de estos dos siglos, ellos han sido los: inseguros, corruptos, mediocres, traidores, explotadores, “poquiteros”, cobardes. Estos “mexicanos” son los que han llevado a “su país” a la quiebra, a pesar de contar con un pueblo milenariamente solidario-trabajador y contar con una inmensa riqueza natural. Un ejemplo muy claro es que en este año 2009, la economía mexicana ocupara el último lugar en desempeño a nivel de Latinoamérica, por debajo de Haití y Trinidad y Tobago.

Los Iturbide, los Santa Anna, los Miramón y los Mejía, los Limantour Marquet, los Salinas De Gortari, los Fox Quezada o los Carlos Slim, los Calderón, por citar a unos cuantos “mexicanos”, que a lo largo de estos doscientos años, son los que han dirigido a este país llamado “México”.

Cuál es entonces la psicología del mexicano, la de Agustín de Iturbide o la de Vicente Guerrero, la de José Yves Limantour Marquet o la de Emiliano Zapata Salazar, la de Carlos Slim Helú o la de Ramiro Guillén (**).

Existe en México un poderoso Sistema de Castas disfrazado hipócritamente. En el que aproximadamente un 10 % de la población posee cerca del 40% de la riqueza nacional y que en general, esta integrado por gente descendientes de extranjeros. Un puñado de familias controla económica y políticamente el país, igual que en la época colonial.

Del otro lado, otro 10% integrado por lo que el INEGI reconoce como “indígenas”, porque aceptan voluntariamente en el censo, hablar una lengua indígena. Aunque sabemos que muchos “indígenas” hablantes de sus lenguas maternas no reconocen públicamente, que son hablantes de una lengua original por temor a la discriminación. Este 10% posee el 1% de la riqueza nacional.

En medio queda una masa informe de “mestizos”. No solo entre indígenas y europeos, porque aquí también están presentes los africanos y los asiáticos de manera contundente. Estos mestizos, por lo general, presumen a sus antepasados extranjeros y muy pocos a su raíz indígena. Su memoria histórica es muy corta o de plano no existe. Son hijos de la “modernidad”, de la moda, de la televisión, la radio, la comida rápida, los productos chatarra y piratas, incansables “soñadores del sueño americano”.

¿Cuál es entonces la psicología del mexicano? La de los intelectuales y académicos euro céntricos, la de los hombres de negocios pro estadounidenses, la de los indígenas mayas del EZLN, la que conforma el voto duro del PRI y el PRD en la zonas urbanas, la de los campesinos de la CNC, la de los maestros del SENTE, la de las legiones armadas y trabajadores al servicio de los narcos. A qué tipo de “mexicano” se refiere esta psicología.

Y qué decir de los México-norteamericanos, de los niños y jóvenes que están naciendo, creciendo y estudiando en Estados Unidos. Cada día son más y están más educados en escuelas y universidades del primer mundo. Una nueva clase de “mexicanos” que tienen la nacionalidad estadounidense pero el corazón firme y fuertemente enranciado en el Anáhuac, y que en algunos casos hablan hasta tres idiomas. Porque hoy, más que nunca, debemos de tener muy presente que esos diez millones de mexicanos que están en el “Norte”, están manteniendo no solo a casi la mitad de los mexicanos pobres, sino que son la fuente de divisas más segura que sostienen la “economía nacional”.

Cuál es entonces el verdadero rostro y el verdadero corazón de las mayorías en este país. Del ciudadano común, del que gana entre dos y cinco salarios mínimos, del que viaje en autobús y en el metro. Del que integra ese 80% de “mexicanos” que no son “indígenas y miserables, ni tampoco de ese 10% de privilegiados que descienden de extranjeros. De los “famosos mestizos”.

Efectivamente somos -como todo el mundo-, una mezcla de mezclas, cultural y racialmente pero, tenemos una milenaria raíz. Eso es indiscutible. La mayoría somos hijos –cercanos o lejanos- de una de las seis civilizaciones más antiguas y con origen autónomo de la humanidad. No somos un pueblo nacido apenas hace dos siglos (***) o dos milenios, tenemos ocho milenios de experiencia y sabiduría acumulada y sistematizada en el desarrollo humano que nos da una personalidad que nos distingue en el mundo. Somos un pueblo con una importante y valiosa cultura que le ha dado muchos regalos al mundo. Nuestro mestizaje hunde sus raíces más profundas en esta tierra que nos dio la vida, el sentir, el sabor, el olor, el color, el contacto con “el otro”, la comunidad y la naturaleza.

Esta raíz milenaria no se refiere a un fenotipo. Es en cambio “un sentir”. Una forma de interpretar el mundo y la vida. Una forma de percibir y dar significado a todo, comenzando por la gracia de estar vivo y consiente para intuir lo “inconmensurable”.

Es un sentimiento profundo y telúrico, que no tiene palabras, ni idioma, bandera o ideología. Es “un darse cuenta” encapsulado en un instante hundido en la eternidad.


(*) Desde el siglo XVIII los historiadores como Francisco Javier Clavijero, en su “Historia Antigua de México” apunta que el nombre correcto de esta milenaria tierra era El Anáhuac. Y en 1813, José María Morelos convoca en Chilpancingo al Primer Congreso del Anáhuac, para debatir que rumbo tomaría la revolución en lo que en ese momento era El Virreinato de la Nueva España.
(**)“Si quieren que dé mi vida para que nos hagan caso se las doy”, sentenció ayer el dirigente campesino Ramiro Guillén antes de prenderse en fuego frente al palacio de gobierno en Xalapa, México. Hoy, en horas de la mañana murió debido a quemaduras en el 90% de su cuerpo. Primero de octubre 2008 El Universal.
(***) Todos los países sustentan su orgullo en su lejano pasado, no importa que sea reciente como Inglaterra o Francia, o antiguo como China o India. Lo extraño es que la ideología criolla en México, niega la validez y la existencia del legado antiguo del Anáhuac, que sigue vivo, presente y vigente en toda la sociedad “mexicana”. Para la ideología criolla –“lo prehispánico”- se acabó en 1521 y el México moderno nada tiene que ver con ese pasado.

sábado, 26 de septiembre de 2009

LAS VENAS ABIERTAS DE MÉXICO…


El paraíso de la ideología criolla

En efecto, la pérdida de la memoria histórica y la desvaloración de la Identidad Cultural ha sido el arma más eficaz para mantener a los pueblos del Anáhuac en la total indefensión en estos últimos cinco siglos.

La ignorancia y el desprecio de sí mismos, han conformado las cadenas de la esclavitud de generaciones enteras de los descendientes de los pueblos originarios.

En las estadísticas del México criollo contemporáneo podemos ver esta realidad ideológica-cultural: El 10% de los “mexicanos” que descienden de extranjeros o son extranjeros nacionalizados, posee más del 40% de la riqueza nacional. El 10% de los mexicanos, que conforman los llamados pueblos originarios, posee tan solo el 1% de la riqueza nacional.

20 millones de mexicanos están en la pobreza extrema alimentaría, es decir, no tienen qué comer. El 20% de los trabajadores mexicanos son empleados por empresarios judíos. En México existen alrededor de medio millón de libaneses. Con más de mil empresas españoles en México,

España inicia la reconquista de México. Repsol YPF, CAF, Isoluxcorsan, Proactiva, Aena, Eulen, Enersis, Dragados, Unión Fenosa, Gas Natural, Endesa, Prisa, Seat, BBVA, Santander, Sol Meliá, Iberostar, NH, Barceló y Zara son emporios españoles con una fuerte presencia en México.

400 empresas francesas en México comercializan 12 mil mdd, con lo que generan 75 mil empleos, Francia inicia la segunda intervención, ahora económica, en México.

Las empresas mineras de Canadá (con una larga lista de funestas consecuencias sobre el medio ambiente y las comunidades donde operan), poseen más de 70 por ciento de los proyectos de exploración, desarrollo y producción de metales preciosos como oro y plata del total de las empresas con capital extranjero que operan en México, según revelan informes de la Secretaría de Economía (SE).

Más de 1,000 compañías con capital alemán están registradas en la Secretaría de Economía. Grandes empresas: Adidas, Allianz, Atradius/Gerling NCM, Audi, BASF, Bayer/Schering, BDF (Nivea), BMW, Boehringer, Bosch, Carl Zeiss, Continental, Daimler (Mercedes Benz), Degussa, DHL, Deutsche Bank, Euler Hermes, Heidelberg, Hella, Henkel, Hugo Boss, Kärcher, Lufthansa, Merck, Miele, Mont Blanc, Münchener Re, Osram, Pelikan, Porsche, Puma, Siemens, ThyssenKrupp, Uhu, Volkswagen, ZF Sachs. Concentración en los ramos: Automotriz/autopartes, farmacéutico, químico, electro/electrónica.

Gran número de empresas medianas y pequeñas que ofrecen tecnología de punta. Las compañías alemanas en México emplean a cerca de 120,000 personas.

Más del 62% de la inversión directa a México proviene de Estados Unidos. El flujo de capitales (en dólares) se va a Estados Unidos, no solo de las ganancias de las empresas trasnacionales, sino de los “mexicanos” con ideología criolla, que nunca le han tenido confianza al país que ellos fundaron.

Recientes estudios de la UNAM demuestran que la llamada economía informal esta creciendo desmesuradamente, no solo porque los trabajadores pierden sus empleos. Sino lo que es todavía más grave, que día con día, los empleadores reducen sus prestaciones, no ofrecen permanencia a largo plazo en sus empresas, cada vez usan a empresas subcontratadotas para evadir cualquier responsabilidad social.

Y para acabar, con la complicidad del gobierno a través de la Secretaría del Trabajo, se ofrecen salarios de hambre, por lo cual el trabajador es orillado a buscar en la calle y en la informalidad, un medio más digno de sostener a su familia.

En el “México criollo” (foxilandia y calderolandia) todo es progreso y bienestar. En el México profundo, cada día las cosas están peor. El modelo económico que se implantó desde Miguel de la Madrid ha empobrecido a la mayoría de los mexicanos y ha enriquecido inconmensurablemente a un puñado de criollos y extranjeros avecindados.

Es más que evidente que la nave se hunde, pero también es evidente que unos cuantos se están beneficiando extraordinariamente de este proceso. Su voracidad e inconciencia no les permite ver la realidad y quieren seguir “estirando la liga”, para obtener más y más riqueza a partir del empobrecimiento de las calladas y sufridas mayorías.

Las mentes lúcidas y los especialistas lo han venido señalando con gran preocupación. Pero la clase política está muy ocupada en sus luchas internas y entre partidos por las migajas del poder. No escuchan, no les importa y no les interesa el país.

El capital extranjero, históricamente siempre ha salido beneficiado de los estallidos sociales. La lucha fraticida debilita a la Nación y fortalece al Mercado. Estamos frente a un nuevo y peligroso estallido social y los que operan el poder, ni escuchan, ni ven, ni les interesa…solo están ocupados en sí mismos y en sus mezquinos intereses.