El desafío de interferir la sacrosanta enajenación de la población embrutecida; no significa: el desprecio que tienen estas corporaciones por los televidentes, ni el poder que tienen sobre ellos. Tampoco significa el poder tan grande que tienen sobre el gobierno, ni el desprecio que tienen por los políticos. Menos aún el valor que tienen por el “Estado de Derecho, inexistente en este país.
Lo que realmente significa el desafío de los consorcios al gobierno, por haberles quitado más de mil quinientos millones de pesos (la mitad del dinero que le entregará el IFE a los partidos políticos para hacer campañas políticas) al reformar la ley…es la debilidad del Estado Mexicano.
En este país se ha llegado al límite. El gobierno es solo un espejismo, un membrete tricolor. La lucha por el PODER DE HACER DINERO Y TENER CANONJIAS, es campal y total…todo contra todos. Entre partidos, entre políticos, entre narcos, entre el crimen organizado, entre sindicatos, entre empresarios, entre comerciantes, entre líderes… todos reclaman “su espacio de poder y de impunidad”.
En medio de esta lucha el pueblo sucumbe lentamente. Indefenso e inerme, aislado y desolado, el ciudadano común…el que no tienen trabajo, el que no va a la escuela, el que está enfermo, el que se encuentra en la economía informal, se siente cada día más presionado y angustiado. No encuentra la salida, no ve una sola oportunidad.
Hace casi un siglo, muchos mexicanos se sentían igual y como ya no tenían nada que perder, encontraron en el estallido social, una pobre esperanza.
Lo que realmente significa el desafío de los consorcios al gobierno, por haberles quitado más de mil quinientos millones de pesos (la mitad del dinero que le entregará el IFE a los partidos políticos para hacer campañas políticas) al reformar la ley…es la debilidad del Estado Mexicano.
En este país se ha llegado al límite. El gobierno es solo un espejismo, un membrete tricolor. La lucha por el PODER DE HACER DINERO Y TENER CANONJIAS, es campal y total…todo contra todos. Entre partidos, entre políticos, entre narcos, entre el crimen organizado, entre sindicatos, entre empresarios, entre comerciantes, entre líderes… todos reclaman “su espacio de poder y de impunidad”.
En medio de esta lucha el pueblo sucumbe lentamente. Indefenso e inerme, aislado y desolado, el ciudadano común…el que no tienen trabajo, el que no va a la escuela, el que está enfermo, el que se encuentra en la economía informal, se siente cada día más presionado y angustiado. No encuentra la salida, no ve una sola oportunidad.
Hace casi un siglo, muchos mexicanos se sentían igual y como ya no tenían nada que perder, encontraron en el estallido social, una pobre esperanza.