Aparentemente la historia de la humanidad, como sociedades civilizadas, tiene diez mil años de antigüedad. Sus inicios se dieron entre los ríos Tigris, Eúfrantes y Nilo en el año ocho mil a.C. Desde que se inventó la agricultura y el ser humano se hizo sedentario, hasta la aparición del capitalismo en 1776, con la creación del primer país del mundo, Estados Unidos, pasaron alrededor de 9776 años.
En este largo periodo de tiempo los pueblos y culturas de todo el mundo se gobernaron a través de reyes, emperadores, kanes, sultanes, tlatuanis, etc. Grandes proezas humanos se dieron, y no nos referimos a guerras y batallas, sino al desarrollo de los valores humanos universales y perennes. Mesopatamia, Egipto, China, India. México y la Zona Andina, buscaron de muchas formas la trascendencia espiritual de la existencia. Dejando un gran legado espiritual, y magnas obras que trascienden el tiempo.
Sin embargo, en 1776 arranca una nueva forma de ver el mundo y la vida. Sustentada en el culto al “becerro de oro”. En efecto, con la creación de E.U. a partir de una acción concertada de “los mercaderes”, se crea un “nuevo mundo” en el que “la libertad”, el individualismo y el materialismo, serán la base del nuevo paradigma. Caerán las religiones y se engrandecerá la ciencia, caerán los estadistas y emergerán los políticos, caerá el comunitarismo y se fortalecerá el individualismo, caerá el bien común y se impondrá la iniciativa privada, caerán las sabias y milenarias formas de gobierno y se impondrán las democracias, caerá la familia y se impondrá la empresa, caerá la inteligencia y se impondrá la enajenación, caerá la sabiduría y se impondrá la ignorancia, caerá el Estado y asumirá el poder total el Mercado.
Pero este “nuevo orden mundial”, impuesto por “los mercaderes”, que apenas tiene 233 años, ha demostrado con creces su fracaso. Ha creado la era más oscura, injusta y dolorosa de la humanidad.
La abyecta pasión necrofilia por venerar al “becerro de oro”, no solo ha desquiciado y casi destruido a los seres humanos, sino que al mismo planeta, lo esta asesinando a través de la contaminación.
Ha concentrado en pocas manos la riqueza del planeta. Ha explotado a los pueblos y depredado sus recursos naturales. Ha destruido el seno familiar y los valores morales y éticos. Ha comercializado todas las aspiraciones y sueños del ser humano. Ha embrutecido y enajenado a los seres humanos. Los ha llenado de terror y de vacío.
El paradigma del capitalismo: “la libertad”, se ha convertido en libertinaje individual y colectivo, en el que las empresas y corporaciones materialmente no tienen límites para hacer con las personas y la naturaleza, lo que ellas quieran, con tal de “hacer dinero”.
La libertad de “los mercaderes”, ha sumido en la pobreza e ignorancia a gran parte de los seres humanos del planeta. La libertad de hacer guerras, matar o destruir a quien o quienes, se oponga a sus intereses. La libertad de imponer sus intereses económicos, financieros y comerciales a pueblos y naciones. La libertad de transgredir las leyes naturales y crear engendros vegetales y animales. La libertad de esclavizar y embrutecer a los seres humanos. La libertad de imponer su “cultura chatarra”, sus valores y culto al “becerro de oro”, entendida como “modernidad y democracia”, a los pueblos del planeta.
En estos años, de inicio de siglo y finales de la era del “culto al becerro de oro”, el libertinaje, el abuso y la avaricia, han desfondado al propio voraz sistema. El caos financiero y económico nos demuestra que ésta perversa forma de vivir está equivocada, y que enferma a la humanidad y mata al planeta.
Es más que obvio que la democracia y el sistema de partidos es un rotundo fracaso, lo mismo en países ricos que pobres, pues los políticos solo son empleados de “los mercaderes” y solo atienden sus intereses por encima del bien común. Con la democracia, se entretiene y engaña a los pueblos, mientras se impone agazapadamente la dictadura del Mercado.
La economía de mercado nos ha demostrado que no ha podido generar el bienestar de los pueblos, ni de las naciones. Trabajadores, campesinos, obreros, pequeños y medianos comerciantes y empresarios, de todos los países se han visto reducidos y exprimidos por los intereses de las megas corporaciones. Hoy no hay trabajo para la mayoría, y los pocos que tienen puestos en el sistema, cada día ven mermadas sus prestaciones sociales y su raquítico sueldo. El verdadero “mercado libre” cada día se reduce a espacios de subsistencia, por la voracidad y rapacidad de las corporaciones nacionales y trasnacionales.
El trabajador ha sido reducido a nada. La tecnología ha desplazado el saber y la experiencia del trabajador, sea obrero, empelado o campesino. Cada vez se crean inmensas masas de gente ignorante y enajenada, que no sabe hacer nada, que solo cree en el poder del dinero, que compra artículos chatarra y trabaja por un mísero salario. Gente que acepta una vida chatarra y desechable.
La ciencia y la tecnología han sido usadas por “los mercaderes” para explotar y dominar a los seres humanos, no para liberarlos y proveerlos de bienestar. La ciencia y la tecnología están al servicio de la ambición de los dueños del dinero, o inventando armas más sofisticadas, o maquinas que remplacen a la mano de obra calificada, o productos que remplacen a los naturales, o sencillamente, inventando estupideces que embrutecen y enajenan a las personas.
A 233 años de que se inició el dominio de “los mercaderes” y el nuevo orden mundial del imperio del “becerro de oro”, el fundamentalismo terrorista por el culto a la materia y el hacer dinero, ha llevado a los pueblos y gobiernos del mundo a un crisis planetaria, de carácter espiritual, social, cultural y ambiental.
¿Qué es lo que necesitan los seres humanos para darse cuenta cabalmente de esta catástrofe planetaria?
¿Cuantas personas tienen que morir de hambre, o suicidarse, o en las drogas, en la frustración, el estrés y el vacío existencial?
¿Cuántas personas más se requiere que se queden sin empleo en el planeta?
¿Cuántas especies animales y vegetales se necesitan perder para entender que el camino que llevamos es suicida?
¿Cuántas hectáreas de bosques y selvas se necesitan perder para darnos cuenta que estamos desbastando al planeta?
¿Cuántas más elecciones fraudulentas se necesitan para entender que la democracia es un fraude y un engaño a los pueblos del mundo?
¿Qué es lo que necesita el ser humano para tomar conciencia?